El Acueducto romano de Segovia es, sin ninguna duda, una de las referencias arqueológicas más conocidas a escala nacional e internacional y, desde luego, el símbolo de la ciudad de Segovia. Se trata de la obra de ingeniería civil romana más importante de España y uno de los monumentos más significativos y mejor conservados de los que dejaron los romanos en la península Ibérica.
Su misión era, obviamente, la de procurar el abastecimiento de agua a la población de Segovia desde el río Frío, a los pies de la Sierra de Guadarrama, y que todavía en nuestros días es perceptible su recorrido a lo largo de toda la ciudad.
Formado por 2 filas de arcadas superpuestas, apoyadas en 128 pilares, el Acueducto alcanza su máxima altura a 28,50 metros del suelo. Por arriba, el canal, que en su origen medía 30 por 30 centímetros, transportaba el agua a la ciudad.
El tramo urbano de esta colosal obra de ingeniería es conocido, sobre todo, por la gran construcción que salva la diferencia de cota a la entrada de la ciudad, con una arquería de 760 metros de longitud que, en su sector más elevado, consta de dos cuerpos de grandes arcadas de sillares de granito sobre las que discurre la conducción de agua.
Está dividido en tres grandes tramos: desde el inicio hasta la actual obra elevada, el canal transcurría quizá a cielo abierto. El segundo tramo es el formado por la obra aérea, mampostería o bien arcos, que llega a alcanzar una altura máxima de 28,10 m. En el tercer tramo vuelve a enterrarse, ya bajo las calles del casco amurallado.