Muy cerca del centro de Pamplona, se encuentran los Jardines de la Taconera. Es el más antiguo y hermoso de los parques de la ciudad con 90.000 metros cuadrados, que se asienta en torno a las murallas, que sirven de nexo entre el Casco Viejo y los Ensanches de la ciudad.
En la parte baja de los jardines hay unos fosos, donde podréis observar animales como con ciervos, pavos reales, patos, cabras, gamos, ocas y otros muchos. Un buen sitio para mirarlo, es el mirador que se abre desde la calle Navas de Tolosa. Al otro extremo del foso, en su lado norte, otro mirador os permitirá contemplar la fauna, a través de cinco bellos arcos ojivales.
Además de animales, los Jardines de La Taconera, también son un jardín botánico muy singular, pues se halla una flora bastante particular y bella. Desde árboles japoneses a americanos hasta africanos, pasando por peculiares plantas de otras zonas del mundo.
*A los Jardines de la Taconera se puede acceder desde diversos puntos y a cualquier hora, porque no es un parque cerrado ni tiene horario.
Su acceso más señorial, es el del portal de San Nicolás, situado en la calle del Bosquecillo. Fue en el pasado uno de los seis puntos de entrada a la ciudad amurallada y estuvo colocado hasta 1915, en las proximidades de la actual iglesia de San Ignacio. Los restos del antiguo portal de la Taconera, derribado también entonces, están junto a la pista de Antoniutti.
Escondida entre los árboles, el visitante puede descubrir en la Taconera, la figura de la Mari Blanca. Fue diseñada por Luis Paret para rematar una fuente pamplonesa que estuvo colocada en la plaza del Castillo. Data de finales del siglo XVIII y es una de las imágenes más populares de la ciudad.
Por último, en Navidad se decoran los jardines, junto al lago, con un belén de tamaño natural. Es lugar de paseo y las vistas son realmente bonitas. Además uno puede evadirse desde los jardines en el café Vienés, en un ambiente muy bohemio y punto de encuentro de estudiantes de Pamplona..
Recorrer los Jardines de la Taconera es descubrir portales a modo de arcos de triunfo, el monumento al ilustre tenor roncalés Julián Gayarre, diversas esculturas entre la que destaca la querida y popular Mariblanca, o los arcos ojivales de Teobaldo II.