El sendero de la Ruta de los Molinos de Alborache tiene una longitud aproximada de 1700m. y no supone ninguna dificultad ya que discurre paralelo al río, habiéndose dispuesto cómodas pasarelas para vadearlo; cuenta con un área recreativa con bancos, mesas y papeleras y con dos fuentes en el recorrido. Podemos recorrerlo en los dos sentidos con entrada y salida, por la zona norte en el aparcamiento del Molino Galán y por la zona sur en la partida del Yesar al inicio del antiguo camino de Chiva junto al puente de Turís.
Se trata de un paseo que podremos hacer a pie, en bicicleta e incluso con carrito de bebés y disfrutarlo con la calma y el relax de los paseos junto al río, al cobijo del bosque frondoso en verano o pisando la densa alfombra de hojas que dejan el otoño y el invierno tras de sí. Un curso de agua transparente y cantarina bordeado de una rica y variada vegetación de ribera y todo ello aderezado con el canto y sonidos de infinidad de aves nos sorprenderá con una sinfonía de colores, aromas y sensaciones.
Alborache cuenta con una dilatada trayectoria en el aprovechamiento de la fuerza motriz del agua, hecho que se constata por la presencia -real o documentada- de 11 molinos, de los cuales 7 estaban en la cuenca del río Buñol, 3 funcionaban con aguas canalizadas del río Juanes y uno estaba en el barranco de San Jaime. Algunos eran molinos harineros, otros se dedicaban a la fabricación de papel y uno de ellos, a la elaboración de chocolate. Pero sin duda la notoriedad de los molinos de Alborache se alcanza a mediano del S. XIX con el desarrollo de la industria papelera en plena actividad, cuatro de los cuales podremos ver durante nuestro itinerario, algunos en estado de ruinas y otros bien conservados, rehabilitados en alojamientos rurales o residencias privadas.