En la comarca Metropolitana de Sevilla, en pleno centro histórico, se encuentra una de las calles más singulares y más románticas de la ciudad, el Callejón del Agua.
Ubicada en el barrio de Santa Cruz y con 140 metros de longitud, empieza en la Plaza de Alfaro y acaba en la calle Vida. Antiguamente se la conocía también como "Muro del Agua", ya que era un adarve (calle que transcurría pegada a la muralla de la ciudad).
El tramo de muralla perteneciente a esta callejuela, albergaba en su interior unos tubos que conducían el agua de los Caños de Carmona (un antiguo acueducto romano) hasta los jardines del Real Alcázar de Sevilla y por esta razón tomó el nombre la calle.
Desde esta emblemática calle se accede a algunos de los puntos turísticos más importantes de la ciudad y del Barrio de Santa Cruz, como por ejemplo: la Plaza de los Refinadores, la Plaza de Doña Elvira (con la Casa-Museo del pintor Amalio) y el Hospital de los Venerables.
En definitiva, se trata de un paseo agradable perfecto para conocer en familia la Sevilla más icónica, que os conducirá desde el antiguo barrio de la judería hasta las grandes avenidas de los majestuosos Jardines de Murillo.
Este Callejón del Agua de Sevilla es sin duda una de las calles más singulares de la ciudad y pertenece a ese linaje de preciosas calles sevillanas como "Sierpes" o "Feria", que cuentan con un encanto muy especial, y que forman parte de las callejuelas estrechas y sinuosas que conformaban las antiguas juderías.
Es especialmente un notable recuerdo de la época sefardí y del periodo más señorial de la ciudad andaluza. Se trata más de un túnel que una calle, pues se encuentra cubierto de estructuras metálicas y plantas sobre ellas.
El Callejón del Agua está lleno de placas conmemorativas en las fachadas de las casas, como la que encontramos dedicada a Washington Irving. El prestigioso escritor, fiel enamorado de Andalucía, vivió en esa casa mientras escribía una de sus obras más famosas, “Los Cuentos de la Alhambra”.
En otra de las casonas del callejón, hallaremos una placa dedicada al Marqués de la Vega Inclán, responsable a principios del siglo XX de la reestructuración realizada en el Barrio de Santa Cruz.