Esta plaza es uno de los rincones con más encanto de la ciudad. Está ubicada en pleno Centro Histórico y alberga un mercado tradicional cuyas paradas, unas abiertas a la parte central y otras de cara al anillo de viviendas, nos ofrecen un sinfín de productos entre los que destacan puntillas, mercería, encajes, delantales, baberos, artesanía, souvenirs e incluso hasta una pajarería. Pasear por este mercado siempre es interesante y los domingos el aspecto de la Plaza Redonda cambia completamente, ya que por sus alrededores se instala un mercado extraordinario con paradas de sellos y monedas, música, libros, juguetes, cromos, etc. Obra de Salvador Escrig Melchor del año 1840 y rehabilitada en 2012. A la plaza podremos acceder a pie por cuatro calles que convergen en un espacio acogedor, lleno de luz y desde el que, colocándonos en la fuente que se encuentra en el centro, podremos observar una nueva y bella perspectiva del campanario de estilo barroco rococó de Santa Catalina, que se levanta sobre las tres plantas del edificio circular. Y en el suelo, una cita del escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez que hace referencia a este lugar en su obra Arroz y Tartana.