La Serranía Alta de Cuenca está repleta de espacios naturales tan bellos como el nacimiento del río Júcar o la espectacular cascada del Molino de la Chorrera.
Ambos enclaves naturales se encuentran muy cerca del municipio conquense de Tragacete.
Desde Cuenca nos dirigimos hacia la localidad de Tragacete por la CM-2106. Desde esta misma carretera, hay una señal con la indicación hacia el nacimiento del río Júcar y a mitad de camino, nos encontraremos con el Molino de la Chorrera.
Para llegar hasta el Molino de la Chorrera, tomaremos una pista forestal que nos conduce hasta el albergue de San Blas.
Una vez en el camino de acceso, nos introduciremos en el bosque, a través de un sendero perfectamente acondicionado y pensado para personas de todo tipo de edades.
A continuación, recorreremos algo más de un kilómetro hasta llegar a la cascada. Nada más llegar a este punto, os sorprenderá la caída del agua desde lo alto de la montaña. Simplemente es preciosa y con un encanto especial.
Esta cascada del Molino de la Chorrera presenta una imagen similar a la que se ve en el nacimiento del río Cuervo y nacimiento del río Tajo. Además, se encuentran muy cerca, por lo que puedes aprovechar y visitar ambas.
Para visitar las cascadas y el nacimiento del río Júcar, lo mejor es hacerlo en invierno y primavera.
Para disfrutar de las cascadas en su máximo esplendor, es mejor hacerlo cuando hay abundante agua, en tiempos de lluvia, o por el contrario, en deshielo.
Con la intención de retomar nuestro camino hasta el nacimiento del río Júcar, volveremos a tomar la pista forestal, que nos conducirá a nuestro destino final.
Tomaremos como referencia de nuevo, el albergue de San Blas, al que habremos llegado en algo menos de un kilómetro. Este refugio, que se construyó en el año 1950, es uno de los más conocidos de la Serranía Alta de Cuenca. A día de hoy, su uso es turístico.
De este modo y ya en el paraje del Estrecho de San Blas, nace el sendero PR-CU 79, "Ruta de San Blas, San Felipe y río Cuervo". Este sendero propone dos caminos diferentes, uno siguiendo el curso del río Júcar y otro, por el Hontanar. Tras varios kilómetros recorridos, estos caminos se vuelven a juntar.
Nosotros optamos por seguir la ruta en paralelo al cauce, hasta llegar al Estrecho del Infierno. En este entorno predominan las paredes de piedra y, con algo de suerte y dependiendo de la época, podemos ver ya las aguas, que surgen del nacimiento del río.