La visita a Mérida permite disfrutar del legado histórico que nos han dejado los pobladores de la ciudad a lo largo de los siglos. Sus calles y edificios son un claro ejemplo del paso de diferentes culturas como: la cultura romana, visigoda, árabe y cristiana.
Se trata de una pequeña ciudad pero con muchas que ver. Por ello, te recomendamos que la visites con niños, pues se pueden divertir y disfrutar muchísmimo en este particular museo al aire libre.
Además, es perfecta para recorrerla a pie y cuenta con varias calles y zonas totalmente peatonales, por las cuales no transitan coches.
Todo empieza en el año 25 a.C., cuando el Emperador Octavio Augusto mandó fundar la Colonia Iulia Augusta Emerita.
Aquí se asentaron los eméritos de las legiones, tras derrotar a los cántabros en el norte de la Península. Concretamente, se establecieron en un punto estratégico, junto al actual río Guadiana, que contaba con una isla central y un tramo que facilitó la construcción del puente que marcó el trazado del Decumanus Maximus de la ciudad.
En aquella época, las calles se organizaban en manzanas separadas por calles perpendiculares llamadas "decumanus" y "cardos". El Cardo Maximus era el cardo principal que marcaba la orientación norte-sur. En cambio el Decumanus Maximus, marcaba la orientación este-oeste.
Actualmente, en la calle Santa Eulalia, se puede contemplar un trecho de una de las dos calles principales de la ciudad romana. El resto de la antigua vía, transcurre por una calle peatonal hasta su punto de origen, junto al puente romano.
Volviendo al decumanos y al cardo, junto a la intersección de ambos, se situaba el Foro Municipal. A día de hoy, se conserva el Templo de Diana, dedicado al culto imperial. Asimismo, siguiendo el Cardo Maximus, se encontraba el Foro Provincial, donde podemos ver el arco de entrada, conocido como Arco de Trajano.
Con la llegada de los romanos, Augusta Emerita se convirtió en un importante centro económico, jurídico, cultural y militar del Imperio Romano. Hasta tal punto, que llegó a ser provincia romana de Lusitania y capital de la Diocesis Hispaniarum, incluyendo los territorios de la península y una parte del norte de África.
Augusta Emerita tomó un papel importante en la historia y con ello, contaba con todos los elementos propios de las grandes ciudades romanas, incluyendo el Anfiteatro, el Circo y el Teatro.
Mérida conserva en la actualidad muchos monumentos que permiten al viajero viajar en el tiempo hasta aquella época de esplendor. Además, el paso posterior de visigodos, árabes y cristianos ha dejado un legado cultural importantísimo que vale la pena visitar.
Desde 1993, Mérida está declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, siendo éste un reconocimiento de su proyección turística, uno de sus motores económicos
Probablemente los monumentos más espectaculares y conocidos de Mérida son el Teatro y el Anfiteatro romano. Si tienes poco tiempo para tu visita y no has visto antes estos monumentos puedes comenzar por esa zona y luego ir bajando hacia el centro de la ciudad, donde podrás disfrutar de:
En la época mulsulmana se erigió esta fortaelza, considerada la más antigua de la península. Esta fortificación servía como sede de las diferentes dependencias administrativas, residencia del gobernador o como filtro de acceso a la ciudad desde el puente romano.
A unos pocos kilómetros del noroeste de la ciudad, encontramos el embalse romano de Proserpina. Hoy en día es una de las zonas de agua dulce mejor acondicionadas de Extremadura.
Esta parcela de 12.000 m2, ocupaba el barrio de Morerías, de ahí su nombre. Actualmente es uno de los yacimientos arqueológicos urbanos más extensos de la península. Además alberga un buen tramo de la antigua muralla romana.
En su interior podemos contemplar una de las mejores colecciones de escultura romana y de mosaicos de la península.
En este entorno natural, a unos 10 kilómetros de Mérida, se encuentra la presa romana de Cornalvo. Ésta era utilizada antiguamente por los romanos para abastecer de agua a la ciudad de Emerita Augusta. Está declarada Monumento Nacional desde 1912 y está protegido como Parque Natural desde 1988.